Luego de leer la columna del
distinguido periodista Rafael Lenin López (RLL) tengo que admitir que coincido
con su apreciación del desarrollo del deporte.
Ausencia total de parte del Gobierno y la comercialización en los clubes
privados. Sin embargo, en parte, me
parece que es lo correcto, y me explico.
El Gobierno en el Departamento de Educación (DE) no promueve el deporte,
ni recreativo ni competitivo, de hecho, muchas escuelas no tienen facilidades
adecuadas para esto. Sin embargo, lo
peor no es eso, lo peor es que ni siquiera se promueve un programa de educación
física (ejercicio básicos: cuica, jumping jacks, push ups, correr, etc.) que no
requieren inversiones millonarias en facilidades ni en equipos especializados,
zapatillas, uniformes, etc. Unas
zapatillas normales, una toalla y un desodorante es equipo suficiente para
esto. La obesidad infantil pronto será obesidad
mórbida infantil al paso que va. Esto
impacta más allá de que la ropa no sea tamaño normal sino “husky” y que no le
quede tan bonita como a sus compañeros delgados. La alta presión y diabetes es casi una epidemia
que ataca la población de PR desde edades infantiles hasta adultos. Esto se traduce en mayores costos en servicios
de Salud para el Gobierno y mayor compromiso del presupuesto individual para la
compra de medicamentos, gastos médicos y de hospitalización. Si en la escuela se dedicaran un mínimo de 30
min diarios para ejercitarse desde niños se desarrollaría una cultura de buena
salud, claro está, esto debe ir acompañado de una buena alimentación en el
comedor escolar, los estudiantes deben estar obligados a comer en el comedor y
si llevan comida de la casa, que se dé una lista de alimentos aceptables y se
verifiquen en el comedor. El que no coma
saludable, que se quede con hambre. Es
hora de responsabilizar a los padres de la alimentación de sus hijos.
Por otro lado, ¿qué pasa con el
deporte en PR? La realidad es que, hasta ahora, la genética del boricua se adapta
básicamente a dos deportes, el baseball y el boxeo. Hablo en términos de calidad y excelencia
mundial en términos generales, excluyendo casos individuales como el de Culson
en este momento. Ninguno de esos
deportes se practica en las escuelas y ambos son promovidos privadamente. El boxeo, obviamente es un negocio y desde
que el joven despunta en el aficionismo los promotores lo están siguiendo para
tan pronto puedan tentarlo con una oferta profesional, por suerte la mayoría de
estos han podido representarnos en competencias internacionales. Sin embargo, resulta contradictorio, que a
pesar de que somos unos de los países con más campeones mundiales profesionales,
esto no se refleja a nivel aficionado.
Vemos como boxeadores de países con poca tradición profesional vencen a
nuestros boxeadores aficionados, sin embargo a nivel profesional, rara vez
vemos campeones europeos, asiáticos o rusos.
El boxeo profesional es una industria básicamente americana (EUA, México
y uno que otro país centro y sur americano que tiene un campeón). Puerto Rico, como ha pasado en el baloncesto,
ha ido de más a menos y solo Cotto representa con dignidad la cepa campeonil de
los Gómez, Trinidad, Camacho, Escalera, Ortiz, etc. En el baseball, desde sus orígenes los
boricuas se han distinguido en las ligas del Caribe, las ligas negras de EU y
eventualmente en las Grandes Ligas. Si
hacemos un recuento de los peloteros más distinguidos en la historia de las
Grandes Ligas sin duda alguna podríamos incluir en un “Dream Team” jugadores tales como: Iván Rodríguez (C), Víctor Pellot (1b),
Roberto Alomar (2b), Edgar Martínez (BD) y Roberto Clemente (RF). No soy experto en deportes, pero no creo que
en ninguna otra disciplina puede encontrarse ejemplos de la excelencia a nivel
mundial que se ha demostrado en estos deportes.
Enfatizo que no me refiero a casos individuales o temporadas
excepcionales, sino a rendimientos históricos y demostrado por varios atletas
en una disciplina.
A lo que voy, como dice RLL, él
fue atraído por las organizaciones que los que hemos tenido nuestros hijos en
ligas de baloncesto conocemos como que son las que dominan los campeonatos en
la mayoría de las categorías. Pensamos
que nuestros hijos tienen unas habilidades excepcionales y que se merecen ligas
de excelencia. Lamentablemente, estas
organizaciones, aunque promueven la enseñanza del deporte, lo cierto es que sus
equipos se nutren de los mejores jugadores de colegios privados y si
identifican un jugador de una liga contraria eventualmente le hacen
acercamientos y los llevan a sus equipos.
Por eso vemos que en varias de las categorías tienen equipo 1 y 2, el 1
es excelente y el 2 es competitivo, pero ninguno de sus miembros es un jugador
“flojo”. En el caso de las pequeñas
ligas mi breve experiencia se limitó a 3 juegos y 1 practica. Apunte a mi hijo y el día antes de comenzar
las clases estábamos practicando, ya casi en la oscuridad en horas excesivas de
la noche, según mi apreciación. Luego,
cuando comenzaron los juegos me percato que el equipo tenía un coach por cada
niño que jugaba en el cuadro inicial y no importaba lo bien o mal que jugaran
siempre iniciaron, claro, cada uno tenía un papa coach. Cuando finalmente pudo jugar la
experiencia de mi hijo se limitó a un turno al bate porque cuando le tocaba el
segundo lo sacaron y pusieron a otro de los que siempre juegan. Me imagino que cada padre pensaría que tenía
un Roberto Alomar o un Igor González en miniatura.
En ambos casos, los padres o los
atletas que perseveran en estos deportes lo hacen con la mentalidad de lograr
una carrera profesional, muy bien remunerada si se logra el estrellato, en
ocasiones inmoralmente como en el caso del baseball. Así que el que piense que tiene un futuro Roberto
Clemente o un futuro Wilfredo Gómez asume el riesgo de invertir/gastar mucho de
su tiempo y su dinero para lograr esa meta, como así lo hacen muchos padres que
en las luces piden dinero para los viajes de los equipos de sus hijos. Esto es voluntario y el padre o joven que de
manera obstinada pretenda alcanzar un nivel para el que no tiene la capacidad
asume su responsabilidad y no puede quejarse si ve que no se alcanzan las metas
esperadas.
El Gobierno debe concentrarse en
promover el ejercicio mediante el DE, asegurarse de que los clubes privados no incurran
o toleren prácticas de maltrato infantil por parte de padres y/o entrenadores y
en el caso de deportes no tradicionales promover los mismos a través del
Departamento de Recreación y Deportes (DRD).
Un niño que desde pequeño está acostumbrado al ejercicio cuando alcance
los 8 a 10 años tendrá la condición física y la coordinación motora básica para
comenzar a practicar de manera competitiva deportes como el baloncesto, el
volibol, y el soccer entre otros. En el
caso de niños que solo quieran o puedan practicar el deporte de manera
recreativa los padres deberían responsabilizarse y organizar torneos donde
claramente se establezca una filosofía no competitiva y no entrar en la
problemática de uniformes, premiaciones, trofeos, dirigentes “expertos”, árbitros
“certificados”. Lamentablemente muchos
padres usan las ligas como centros de cuido, dejan sus hijos en manos de los
entrenadores y regresan más tarde a buscarlos.
En resumen, el Gobierno debe
promover la buena condición física de sus ciudadanos desde niños, ser
facilitador para organizaciones privadas que se especialicen en ciertos
deportes cuya práctica tiene un potencial económico futuro, y los padres,
posiblemente con el apoyo de los municipios y el DRD, desarrollar torneos
deportivos puramente recreativos donde las reglas oficiales no sean impedimento
para desarrollar una actividad de sana camaradería alejados del espíritu
competitivo.
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