La controversia sobre el proyecto de implantar un nuevo currículo
educativo que incluye el tema del género, el sexo y la equidad es una sumamente
compleja debido a la falta de información y a la inconsistencia del Gobierno en
explicar en qué consiste el mismo. Ciertamente las recientemente
propuestas enmiendas al Código Penal para disminuir las penas o despenalizar
actos como el bestialismo y el incesto resultan chocantes para cualquier
persona sin que necesariamente sea un moralista o fundamentalista religioso.
Esto unido al reconocimiento de que algunas de las láminas que se han
presentado donde se ilustran actos sexuales o relaciones fuera de lo “normal”
están contenidos en libros que SI se adquirieron pero que no se usaron levanta
suspicacia en un sector de la ciudadanía.
Lamentablemente, aunque se reconoce el derecho a protestar, vemos como
este movimiento en contra de este currículo tampoco es claro al presentar sus
argumentos y la “evidencia” que reclama posee argumentando razones de
confidencialidad o seguridad para no revelar las fuentes de su
información. Lo más triste de esto es que, aparte de los líderes
fundamentalistas protestantes, un solitario sacerdote de la iglesia católica
resulta ser el portavoz más locuaz de este movimiento. Un sacerdote, que
se ha ganado el favor de los medios noticiosos, por sus expresiones
controversiales que generan reacciones (sobre todo en contra) de los
televidentes, radioescuchas o lectores. Este sacerdote, que además es
abogado, parece más esto último ya que en lugar de utilizar el Evangelio y las
enseñanzas cristianas del perdón y de amor al prójimo en su argumento se llena
la boca con términos leguleyos como “derecho constitucional”, “interés
apremiante del Estado”, etc.
Si usted es de los que como yo tenían un enredo con esto del sexo, el
género y la identidad de género, le incluyo este enlace donde en términos relativamente
sencillos se explican estos conceptos. Se dará cuenta de que no es
complicado entenderlo, básicamente tiene que ver con el físico, lo que se
espera de nosotros por nuestro físico y como se percibe uno a si mismo
independientemente del físico. ¿Qué tiene que ver esto con la equidad?
Bueno, si nos limitamos a dividir a los seres humanos en masculino y femenino
por su físico (sexo) no habría gran controversia y la equidad iría dirigida
hacia el respeto del ser humano y la necesidad de proveer igualdad de
oportunidades, independientemente de su sexo.
La controversia surge cuando rompemos los límites de la sexualidad hacia
expresiones “no normales” e introducimos los conceptos de género e identidad de
género. En ese momento entran los juicios valorativos basados en
principios religiosos, a parte de las hipocresías sociales como argumentar que
combatir el homosexualismo es defender la familia; la familia legal que en
Puerto Rico es heterosexual y que en más del 50% de los casos termina en
divorcios, familias heterosexuales donde imperan los roles tradicionales que se
le asignan a los hombres para dominar y maltratar a las mujeres, entre las
problemáticas más evidentes.
Si vamos a implantar un currículo de respeto al ser humano solo tenemos
que evitar clasificar y dividir los roles a base del sexo. Dentro del
marco del currículo se identificarían los sexos por su apariencia y rasgos
físicos y manera de vestir en general (no creo que haya mucha controversia en
que los niños puedan diferenciar un hombre de una mujer si se le ensenan laminas
con las características más comunes de cada sexo). No debería haber
problema en presentar hombres con pelo largo y pantallas (rasgos “femeninos”
más comúnmente vistos en hombres) cuidando de un bebe o cocinando’ o mujeres
con pelo corto, vestidos con pantalones o traje y corbata (rasgos “masculinos”
más comúnmente vistos en mujeres) mecaneando un carro o dirigiendo una reunión
corporativa. Existen infinidad de posibilidades adicionales que en
carácter de excepción pudieran existir en nuestra sociedad, pero que
ciertamente no son visibles.
Los cursos vocacionales que se ofrecen en las escuelas, como artes
industriales, economía doméstica, mecánica, y secretarial deberían estar
abiertos a todos, y si posible, deberían ser compulsorios, por lo menos los
primeros dos. Así las chicas no dependen de un hombre para realizar las
reparaciones de la casa y el hombre no depende de una mujer para realizar los
quehaceres domésticos.
El currículo no tiene por qué incluir los tipos de relaciones sexuales o
afectivas en que se relacionan los seres humanos. Los padres
heterosexuales son más que suficientes para que los niños entiendan que el
matrimonio es entre hombre y mujer. Si resulta que el niño o niña es
homosexual o bisexual, será por decisión propia no porque a algún burócrata se
le ocurra incluir una pregunta como la siguiente en las Pruebas
Puertorriqueñas:
"Te consideras:
a) Heterosexual
b) Homosexual
c) Bisexual
d) Asexual
e) Pedófilo
f) Zoófilo"
El discrimen hacia las personas no heterosexuales no es uno que se dé
más allá de las expresiones condenatorias de algunos sectores de la
sociedad. Al solicitar un empleo, al pedir un préstamo, al ir a un cine
con su pareja, como en infinidad de actividades sociales no es necesario
indicar la preferencia sexual. No podemos pretender que haya unanimidad
en torno a nada en la sociedad. ¿Cuántos de nosotros, mirando en
retrospectiva, no recordamos los típicos homosexuales de la escuela, los que
llamaban “loquitas” y “marimacho” por no decir otros términos más ofensivos?
¿No recordamos que inclusive teníamos amigos y amigas que nunca les conocimos
novios o novias pero que siempre estuvieron para nosotros? ¿Cuántos de
nuestros amigos, luego de años de no verlos, nos enteramos que son
homosexuales, incluyendo algunos de los cuales llegamos a enamorarnos?
En general los jóvenes se toleran como son y no perciben esa diferenciación
sexual. ¿Acaso no jugábamos niños y niñas juntos deportes como softball y
baloncesto y volibol y juegos tan rudos como el “burrito” y nos aplastábamos
unos encima de otros? ¿Alguna vez alguien dijo: Fulan@ no juega porque es
homosexual?
No es hasta que el ser humano alcanza su adultez y comienza activamente
su etapa reproductiva que se percata y puede confirmar su propia identidad de
género y la de los que lo rodean. Sera entonces que se dará cuenta que la
chica que le gusta puede ser lesbiana, que el amigo inseparable puede ser
homosexual y esté enamorado de él pero que por respeto mantiene un amor
platónico que no expresa por temor a perder su amistad, de la misma manera que
en una relación heterosexual un chico se abstenga de expresarle sus
sentimientos a una chica por temor a que pueda perder su amistad.
Aunque favorezco el que todo ciudadano tenga los mismos derechos que
garantiza nuestra constitución y que merecen respeto a su dignidad, entiendo
que en la medida en que tratemos de dividirnos, clasificarnos y diferenciarnos
más difícil será lograr esta meta. ¿Acaso no somos todos hijos, hijas,
padres, madres, hermanos, hermanas, abuelos, abuelas, tíos, tías, amigos y/o
amigas de alguien que sabemos o sospechamos que no tiene nuestras mismas
preferencias sexuales? ¿Acaso no recibimos servicios de profesionales,
técnicos, comerciantes, etc. que podrían no compartir nuestras preferencias sexuales,
alguien le pregunta al plomero su preferencia sexual?
La receta es simple: respetemos para que nos respeten.
Por último, un consejo a la comunidad LGBTT, cuando celebren el Día del
Orgullo Gay no conviertan la parada en un carnaval estilo Mardi Gras. Esa
actitud lo que hace es perpetuar el estereotipo del homosexual alegre, fiestero
y desinhibido. ¿Porque en la próxima parada el mecánico homosexual no se
viste de mecánico, la lesbiana chef se viste de chef, el bisexual ejecutivo va
de traje y corbata? Así, cuando se vea la parada no habrá manera de
diferenciar los miembros de la comunidad LGBTT de los heterosexuales que los acompañen
y apoyen, y el mensaje se enfocara en defender la igualdad de derechos.
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