La actual crisis fiscal y económica
que vivimos tiene un protagonista temible al que genéricamente llamamos “bonistas”. Nuestra Constitución (me imagino que la única
en el mundo) privilegia los intereses de estos bonistas contra el interés del
Pueblo que “aprobó” dicha Constitución.
Sería interesante conocer cuál fue la inspiración tan generosa que
motivo a los “padres” del ELA a incluir una cláusula como esa que para mí es lo
más parecido a la aceptación “voluntaria” de la esclavitud por encima de la propia
integridad física y dignidad humana. No sé
porque, pero me sospecho que fue una imposición de los EEUU para no repetir lo
que ellos sabían iba a pasar en Cuba,
que el Estado se quedara con los bienes privados o incumpliera con los
inversores, que obviamente iban a ser de los EEUU.
Supongamos que nos negáramos a
cumplir con el pago de la deuda, o que propongamos (y así actuemos)
reestructurar la deuda de acuerdo a nuestras posibilidades. ¿Qué puede pasar? Bueno, la consecuencia más obvia es que no
nos prestarían más dinero. ¿Cuánto dinero
realmente necesitamos pedir prestado? ¿Si
eliminamos o reducimos el pago de la deuda, no habría dinero suficiente para
desarrollo económico? Sería bueno que se
haga un análisis de este escenario y se le presente al Pueblo para que decida
si reafirma su “compromiso” de cumplir con el pago de su deuda o si por el
contrario decide invertir el dinero en su desarrollo. Otra consecuencia con la
que nos amenazan es con una especie de embargo de las corporaciones públicas. Que van a hacer los bonistas, ¿vender las
torres y cablería de la AEE para sacarle hierro, aluminio y cobre, por ejemplo?
La inversión en Puerto Rico
estaba basada en el apoyo de los EEUU y la ya mencionada cláusula de nuestra Constitución.
Una inversión segura, en un Estado político estable y democrático, en un Pueblo
civilizado, educado y productivo (cuando le dan la oportunidad) y en territorio
con una localización privilegiada que excepto por la “amenaza” de los huracanes
y la impredecible ocurrencia de un “gran terremoto y su tsunami” no está sujeta
a fenómenos climatológicos extremos unida a la protección de la sombrilla de
las leyes de los EEUU en caso de que las leyes de PR les fallaran en contra.
Por esa razón, los bonistas
invirtieron sus fondos en las corporaciones públicas que administraban las
utilidades que permitían el desarrollo económico del País: energía eléctrica (AEE),
agua y alcantarillado (AAA), transportación (ACT y AP); inversiones “seguras”,
presto el dinero y cobro un interés a un plazo definido. No hubo inversión en explotar petróleo, gas
natural o metales preciosos donde hubiera que financiar estudios geológicos,
estudios de viabilidad, estudios ambientales, etc. y luego de tener una opinión
favorable sobre la viabilidad de la explotación correr el riesgo de que la producción
de recursos compense la inversión realizada y comprometida. En estos casos, la posibilidad extrema de un
embargo seria real, los bonistas invadirían una plataforma petrolera o mina de
oro con una tropa de mercenarios que tomarían el control de la operación y producción
manteniéndola para su beneficio propio obligando al Gobierno a negociar.
Imagínense que usted tiene la
posibilidad de invertir en una farmacia.
Existe la posibilidad de invertir en el pago de los sueldos del
personal, en el inventario de medicamentos, en el mobiliario y estantes, y en trapos,
mapos y escobas para mantener la limpieza del local. Si usted decide invertir en el inventario
sabe que si se incumple con el pago de su préstamo usted podría embargar los
medicamentos que tienen un costo de cientos de miles de dólares, sin embargo,
nuestros bonistas no apostaron al consumo de medicamentos sino a que hay que
mantener el local limpio, una actividad que tienen la seguridad ocurrirá todos
los días. Tendrían entonces que embargar
los paños, mapos y escobas que queden en el armario.
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