No importa lo que ella estaba haciendo,
ella no estaba presente cuando lo mataron.
Eso (indagar sobre aspectos de su
intimidad) es alimentar el morbo.
Adriana Alonso, abogada y educadora de la
Coordinadora Paz para la Mujer.
Palabras con luz de la licenciada Alonso contenidas
en un artículo de hoy en El Nuevo Día donde se describe la actitud machista que
rige en los Tribunales. Inclusive la
fiscal del caso contra El Manco, Aracelis Pérez Correa, critica el
interrogatorio al que fue sometido Ana Cacho.
En el contexto de este juicio, que se supone que es
para inculpar a El Manco, la mayoría del testimonio de Ana Cacho a la fiscalía como
el prestado en el contrainterrogatorio no es pertinente. Cuando comenzó Ana su relación con Genaro, si
estaba con él y William a la vez, si fue a una pizzería esa tarde, si se acostó
con William, con Genaro, con Naldy, con los 3 a la vez o con ninguno de ellos
no aporta nada a la convicción de El Manco, como tampoco aporta nada el
reconocimiento de Ana de su consumo de drogas.
Eliminemos esta narración del testimonio de Ana y
que nos queda: el incidente con Ahmed Ali en la gasolinera, la discusión por
violar los acuerdos de custodia sobre el niño, el hecho de que alegadamente
Ahmed Ali instalo mal unas puertas, que Ana le tenía miedo a Ahmed Ali y le ponía
cadenas y candado a las puertas. En un
caso común y corriente este testimonio hubiera sido suficiente para que Ahmed
Ali al menos hubiera sido considerado Persona de Interés, sino como
sospechoso. Sin embargo, nunca durante
la investigación de este caso se ha ni siquiera insinuado la implicación de
Ahmed Ali en la muerte de Lorencito.
O sea, que el testimonio de Ana fue una total pérdida
de tiempo. Ni siquiera la narración sobre
lo que paso en el CDT aporta nada a incriminar a El Manco.
Ahora, la pregunta es: ¿Por qué el ministerio público
(fiscalía), liderado por una mujer, expuso a Ana a tener que entrar en detalles
poco o nada pertinentes sobre cómo murió Lorencito? ¿No se supone que Ana como TESTIGO Y MADRE DE LA VICTIMA (no como
ACUSADA) hubiese sido preparada o al menos debió ser informada sobre el
contenido del interrogatorio? Si bien
ella tiene una obligación de testificar si es citada y presumo que tiene un interés primario en que se aclare la muerte
de su hijo, no veo porque se le oculto tanta información como las fotos que
alegadamente nunca antes había visto.
Vayamos entonces al interrogatorio del abogado de
El Manco. ¿Qué más podía preguntar sobre
un testimonio impertinente a lo que ocurrió ese día? La única opción que tenía era entrar a atacar
la credibilidad y fibra moral de la testigo, que en este caso resulta que fue
Ana, y que en cualquier caso criminal es una estrategia estándar de los
abogados criminalistas cuando alegan que el “testigo del Pueblo” es un criminal
convicto que no tiene credibilidad. De
lo contrario, tendría que plantear que no tenía preguntas dejando incuestionado
el testimonio de la testigo con la carga emocional que debió provocar, ya que
no aporto ningún tipo de evidencia testimonial.
No es asunto de machismo, es asunto de estrategia
legal. Sin embargo, la fiscal Pérez, la
que inicia la línea de interrogación impertinente se queja de la actuación de
su colega abogado. Pero ya estamos
acostumbrados a escuchar el libreto de los abogados que cuando son fiscales son
“guante de hierro” con los supuestos involucrados (aun con su presunción de
inocencia) y cuando son abogados exigen “pétalo de rosa” en el trato a sus
clientes.
Todavía está pendiente escuchar el testimonio de
Genaro. ¿Qué puede aportar él? ¿El menú de lo que se comieron ese día? ¿Cuánto se dejó de propina y quien la
pago? ¿Si Ana tomo agua o vino? O
entraran nuevamente en cuanto tiempo estuvieron en el apartamento antes de
salir a comer, que hicieron durante ese tiempo, tuvieron sexo, fumaron
marihuana, etc., etc. ¿Qué aporta eso a
la culpabilidad de El Manco? Sin
embargo, ahora vemos como una persona “inocente” cuyo único error fue
involucrarse con una persona como Ana ha vivido un calvario durante los pasados
seis (6) años a pesar de no tener nada que ver con el caso. ¿Van a cuestionarlo si alguna vez sospecho que
le pegaban los cuernos? ¿Si alguna vez la siguió o la hizo seguir
para confirmar la “infidelidad” de Ana? ¿Sobre cómo se sintió cuando se enteró
de que Ana se acostó con William esa misma noche? ¿Si pensó en vengarse de algún modo como todo
“buen macho” hubiera hecho al verse humillado? ¿Eso es “hembrismo” de parte de la fiscalía?
Lo que nos espera no va a ser fácil. Un juicio sin testigos, huellas digitales,
ADN, ni videos, nada más allá de un supuesto celular y una bolsa plástica con
documentos de El Manco, que en una de sus versiones ya éste explico cómo
pudieron llegar a la casa de Ana. Que
nos queda, el chisme y el morbo de la vida íntima de los implicados que son
testigos de todo lo que NO paso esa madrugada.
O sea, un caso que va a terminar como empezó, a nivel del bochinche de
La Comay.
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