domingo, 3 de abril de 2016

Seria El Manco: Parte 4

No importa lo que ella estaba haciendo, ella no estaba presente cuando lo mataron.
Eso (indagar sobre aspectos de su intimidad) es alimentar el morbo.
Adriana Alonso, abogada y educadora de la Coordinadora Paz para la Mujer.

Palabras con luz de la licenciada Alonso contenidas en un artículo de hoy en El Nuevo Día donde se describe la actitud machista que rige en los Tribunales.  Inclusive la fiscal del caso contra El Manco, Aracelis Pérez Correa, critica el interrogatorio al que fue sometido Ana Cacho.

En el contexto de este juicio, que se supone que es para inculpar a El Manco, la mayoría del testimonio de Ana Cacho a la fiscalía como el prestado en el contrainterrogatorio no es pertinente.  Cuando comenzó Ana su relación con Genaro, si estaba con él y William a la vez, si fue a una pizzería esa tarde, si se acostó con William, con Genaro, con Naldy, con los 3 a la vez o con ninguno de ellos no aporta nada a la convicción de El Manco, como tampoco aporta nada el reconocimiento de Ana de su consumo de drogas.

Eliminemos esta narración del testimonio de Ana y que nos queda: el incidente con Ahmed Ali en la gasolinera, la discusión por violar los acuerdos de custodia sobre el niño, el hecho de que alegadamente Ahmed Ali instalo mal unas puertas, que Ana le tenía miedo a Ahmed Ali y le ponía cadenas y candado a las puertas.  En un caso común y corriente este testimonio hubiera sido suficiente para que Ahmed Ali al menos hubiera sido considerado Persona de Interés, sino como sospechoso.  Sin embargo, nunca durante la investigación de este caso se ha ni siquiera insinuado la implicación de Ahmed Ali en la muerte de Lorencito.

O sea, que el testimonio de Ana fue una total pérdida de tiempo.  Ni siquiera la narración sobre lo que paso en el CDT aporta nada a incriminar a El Manco.

Ahora, la pregunta es: ¿Por qué el ministerio público (fiscalía), liderado por una mujer, expuso a Ana a tener que entrar en detalles poco o nada pertinentes sobre cómo murió Lorencito?  ¿No se supone que Ana como TESTIGO Y MADRE DE LA VICTIMA (no como ACUSADA) hubiese sido preparada o al menos debió ser informada sobre el contenido del interrogatorio?  Si bien ella tiene una obligación de testificar si es citada y presumo que tiene un  interés primario en que se aclare la muerte de su hijo, no veo porque se le oculto tanta información como las fotos que alegadamente nunca antes había visto.

Vayamos entonces al interrogatorio del abogado de El Manco.  ¿Qué más podía preguntar sobre un testimonio impertinente a lo que ocurrió ese día?  La única opción que tenía era entrar a atacar la credibilidad y fibra moral de la testigo, que en este caso resulta que fue Ana, y que en cualquier caso criminal es una estrategia estándar de los abogados criminalistas cuando alegan que el “testigo del Pueblo” es un criminal convicto que no tiene credibilidad.  De lo contrario, tendría que plantear que no tenía preguntas dejando incuestionado el testimonio de la testigo con la carga emocional que debió provocar, ya que no aporto ningún tipo de evidencia testimonial.

No es asunto de machismo, es asunto de estrategia legal.  Sin embargo, la fiscal Pérez, la que inicia la línea de interrogación impertinente se queja de la actuación de su colega abogado.  Pero ya estamos acostumbrados a escuchar el libreto de los abogados que cuando son fiscales son “guante de hierro” con los supuestos involucrados (aun con su presunción de inocencia) y cuando son abogados exigen “pétalo de rosa” en el trato a sus clientes.

Todavía está pendiente escuchar el testimonio de Genaro.  ¿Qué puede aportar él?  ¿El menú de lo que se comieron ese día?  ¿Cuánto se dejó de propina y quien la pago?  ¿Si Ana tomo agua o vino? O entraran nuevamente en cuanto tiempo estuvieron en el apartamento antes de salir a comer, que hicieron durante ese tiempo, tuvieron sexo, fumaron marihuana, etc., etc.  ¿Qué aporta eso a la culpabilidad de El Manco?  Sin embargo, ahora vemos como una persona “inocente” cuyo único error fue involucrarse con una persona como Ana ha vivido un calvario durante los pasados seis (6) años a pesar de no tener nada que ver con el caso.  ¿Van a cuestionarlo si alguna vez sospecho que le pegaban los cuernos?    ¿Si alguna vez la siguió o la hizo seguir para confirmar la “infidelidad” de Ana? ¿Sobre cómo se sintió cuando se enteró de que Ana se acostó con William esa misma noche?  ¿Si pensó en vengarse de algún modo como todo “buen macho” hubiera hecho al verse humillado? ¿Eso es “hembrismo” de parte de la fiscalía? 


Lo que nos espera no va a ser fácil.  Un juicio sin testigos, huellas digitales, ADN, ni videos, nada más allá de un supuesto celular y una bolsa plástica con documentos de El Manco, que en una de sus versiones ya éste explico cómo pudieron llegar a la casa de Ana.  Que nos queda, el chisme y el morbo de la vida íntima de los implicados que son testigos de todo lo que NO paso esa madrugada.  O sea, un caso que va a terminar como empezó, a nivel del bochinche de La Comay.

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