martes, 29 de diciembre de 2015

Festival de Mascaras de Hatillo

Todos los años se celebra esta actividad “cultural” que posiblemente tuvo un origen sano y divertido cuando se instauro en Hatillo a principios del siglo XVIII.  Sin embargo, cabe destacar que el origen de este festival es una derivación de las “fiestas” paganas que en España fueron cristianizándose y que su fin era invertir la jerarquía religiosa cristiana e inclusive practicando bromas como parte de la celebración de las misas, de las cuales tomaban parte inclusive hasta los miembros de las organizaciones cristianas incluyendo hasta sacerdotes y otros miembros de mayor jerarquía.  O sea, que el origen en España aparentemente tenía un contenido tan caótico como el del festival de Hatillo, en España se burlaban de la autoridad eclesiástica, en Hatillo de la autoridad policiaca.


Claro está, en los años 1700’s poco se imaginaban que en el siglo XX y XXI la ciudadanía tendría a su disposición un artefacto como los vehículos que actualmente utilizamos y que se modifican para crear carrozas que desfilan durante el Festival.  Ciertamente este elemento es el que más se destaca en esta actividad y el que más ha provocado accidentes entre los participantes.  Para controlar las incidencias durante ese día el Gobierno ha asignado entre 300 y 600 agentes de la Policía, una cantidad significativa si consideramos que el Cuerpo de la Policía se compone de unos 15,000 agentes que divididos en 3 turnos de trabajo resulta en unos 5,000 agentes por turno.  O sea, que ese día entre el 10% y el 12% de la fuerza Policiaca no está haciendo una redada, ni interviniendo puntos de drogas, ni vigilando las vías de transito sino velando a un grupo de personas que ese día sienten que tienen el “derecho” de conducir irresponsablemente y violar todas las leyes de tránsito.
















Veamos un recuento de los accidentes que han ocurrido durante los últimos años:








Como verán el cuadro de desorden es constante y la Policía ha tenido que negociar con los organizadores para prohibir prácticas como las de “remenear” los vehículos lo que era sumamente peligroso.  A este ritmo vamos a terminar celebrando este festival como se “celebra” Halloween cuando se emiten tantas advertencias sobre la peligrosidad de los dulces, de la flamabilidad de los disfraces, del riesgo de personas extrañas y desconocidas o como se “promueven” las nuevas medicinas que para curarte un catarro te arriesgas a instintos suicidas y ataques al corazón.

El atractivo de este festival es justo lo que lo hace peligroso y no tiene nada que ver con festividades cristianas, ni siquiera paganas, sino el culto al vehículo todo terreno, al jeep, al 4track y a la conducción irresponsable, ésto asumiendo que los que conducen y/o los que ocupan dichos vehículos o los que los acompañan a pie no están bajo la influencia de bebidas alcohólicas o de la adrenalina que los impulsa a una conducta más desordenada y arriesgada.




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