domingo, 29 de marzo de 2015

El Cuco de los Bonistas

La actual crisis fiscal y económica que vivimos tiene un protagonista temible al que genéricamente llamamos “bonistas”.  Nuestra Constitución (me imagino que la única en el mundo) privilegia los intereses de estos bonistas contra el interés del Pueblo que “aprobó” dicha Constitución.  Sería interesante conocer cuál fue la inspiración tan generosa que motivo a los “padres” del ELA a incluir una cláusula como esa que para mí es lo más parecido a la aceptación “voluntaria” de la esclavitud por encima de la propia integridad física y dignidad humana.  No sé porque, pero me sospecho que fue una imposición de los EEUU para no repetir lo que ellos sabían iba a pasar en Cuba,  que el Estado se quedara con los bienes privados o incumpliera con los inversores, que obviamente iban a ser de los EEUU.

Supongamos que nos negáramos a cumplir con el pago de la deuda, o que propongamos (y así actuemos) reestructurar la deuda de acuerdo a nuestras posibilidades.  ¿Qué puede pasar?  Bueno, la consecuencia más obvia es que no nos prestarían más dinero.  ¿Cuánto dinero realmente necesitamos pedir prestado?  ¿Si eliminamos o reducimos el pago de la deuda, no habría dinero suficiente para desarrollo económico?  Sería bueno que se haga un análisis de este escenario y se le presente al Pueblo para que decida si reafirma su “compromiso” de cumplir con el pago de su deuda o si por el contrario decide invertir el dinero en su desarrollo. Otra consecuencia con la que nos amenazan es con una especie de embargo de las corporaciones públicas.  Que van a hacer los bonistas, ¿vender las torres y cablería de la AEE para sacarle hierro, aluminio y cobre, por ejemplo?

La inversión en Puerto Rico estaba basada en el apoyo de los EEUU y la ya mencionada cláusula de nuestra Constitución. Una inversión segura, en un Estado político estable y democrático, en un Pueblo civilizado, educado y productivo (cuando le dan la oportunidad) y en territorio con una localización privilegiada que excepto por la “amenaza” de los huracanes y la impredecible ocurrencia de un “gran terremoto y su tsunami” no está sujeta a fenómenos climatológicos extremos unida a la protección de la sombrilla de las leyes de los EEUU en caso de que las leyes de PR les fallaran en contra.

Por esa razón, los bonistas invirtieron sus fondos en las corporaciones públicas que administraban las utilidades que permitían el desarrollo económico del País: energía eléctrica (AEE), agua y alcantarillado (AAA), transportación (ACT y AP); inversiones “seguras”, presto el dinero y cobro un interés a un plazo definido.  No hubo inversión en explotar petróleo, gas natural o metales preciosos donde hubiera que financiar estudios geológicos, estudios de viabilidad, estudios ambientales, etc. y luego de tener una opinión favorable sobre la viabilidad de la explotación correr el riesgo de que la producción de recursos compense la inversión realizada y comprometida.  En estos casos, la posibilidad extrema de un embargo seria real, los bonistas invadirían una plataforma petrolera o mina de oro con una tropa de mercenarios que tomarían el control de la operación y producción manteniéndola para su beneficio propio obligando al Gobierno a negociar.

Imagínense que usted tiene la posibilidad de invertir en una farmacia.  Existe la posibilidad de invertir en el pago de los sueldos del personal, en el inventario de medicamentos, en el mobiliario y estantes, y en trapos, mapos y escobas para mantener la limpieza del local.  Si usted decide invertir en el inventario sabe que si se incumple con el pago de su préstamo usted podría embargar los medicamentos que tienen un costo de cientos de miles de dólares, sin embargo, nuestros bonistas no apostaron al consumo de medicamentos sino a que hay que mantener el local limpio, una actividad que tienen la seguridad ocurrirá todos los días.  Tendrían entonces que embargar los paños, mapos y escobas que queden en el armario.


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