Hace un tiempo escribí dos tweets,
uno con relación a nuestra identidad como nación y otro con relación a la
crisis que enfrentamos. En el primero
planteaba que la identidad de un pueblo como una nación se basaba en la sangre
derramada por su gente, por sus héroes y que aunque PR tenía su ración de
sangre derramada en varias guerras, ninguna fue para defender nuestro honor
sino los intereses del imperio que nos invadió.
En el segundo planteaba que esta crisis es una guerra donde los
profesionales de la salud son nuestros soldados y los que se exponen a contagiar
y a ser contagiados son traidores a la patria.
Esta crisis puede ser esa guerra
en la cual finalmente este pueblo logre coagular una identidad nacional por
encima de falsas alianzas políticas y de pseudo-agradecimientos al imperio que
nos invadió y nos ha dejado a la deriva.
Ya perdimos a una de nuestras soldados, una enfermera que dio su vida
salvando vidas y tenemos varios doctores heridos gravemente. Entiendo la preocupación de sus familias,
ninguno pensó que cuando decidieron estudiar medicina se verían en el riesgo de
exponer su vida como primera línea de defensa de su pueblo. Igualmente entiendo sus reclamos de más
equipos de protección. Pero
lamentablemente, esta fue la guerra que les tocó batallar. Posiblemente muchos de ellos estudiaron
medicina o pagaron sus préstamos estudiantiles con el dinero extra que lograron
como Guardias Nacionales y tal vez tuvieron misiones de las que regresaron
ilesos.
Pero como les dije, esto es una guerra,
y en las guerras (avisadas o no) SI muere gente. Puede morir un indigente solo y callado en un
rincón en el Viejo San Juan como puede morir el cirujano mas destacado y
sacrificado en una cama del Centro Médico.
Como dice el refrán “mucho ayuda el que poco estorba” y en este caso la mayoría
de nosotros no puede hacer gran cosa en esta guerra mas allá de mantenernos en
nuestras casas y si tenemos que salir tomar todas las precauciones para evitar
que mas gente contagiada llegue a los hospitales a matar a nuestros soldados.
Lo mismo aplica a los agentes de
seguridad (policías, GN y seguridad privada), no les provoquemos riesgos
innecesarios de contagios que luego pueden llevar a sus hogares. Aunque ellos ya asumen el riesgo de muerte
como parte básica de sus funciones, sería irónico que lo que no provocó un
criminal con un arma de fuego lo provoquemos nosotros con un virus microscópico,
porque si lo piensan bien, cada irresponsable que se contagia o provoca
contagios podría considerarse un criminal en serie.
Acostumbremonos a este tipo de guerra, ya sea contra organismos patogénicos como contra los fenómenos naturales. Cada año tendremos una temporada de guerra contra la furia de la naturaleza y en cualquier momento una guerra contra enfermedades nuevas o recurrentes. Atrás quedaron las guerras con armas y grandes batallas, ahora las guerras se librarán en nuestras calles, en nuestros patios, en los pasillos de los hospitales y cada uno de nosotros tendrá que convertirse en soldado.
Solo espero que al final de la
guerra, después de muchas batallas ganadas y perdidas, el balance sea un pueblo
verdaderamente unido como una nación que valore el sacrificio de sus verdaderos
héroes y que repudie a aquellos individuos y aquellas organizaciones que nos
han mantenido por más de 100 años divididos por asuntos, que aunque
importantes, ellos no interesan resolver porque son la razón por la que pueden
vivir con las comodidades que le permiten pasar esta crisis sin las penurias
que los demás hemos tenido que sufrir.
Quédate en tu casa.
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