“El
dilema de comer o respirar” es la primera aportación literaria filosófica
de la recién designada Secretaria de Recursos Naturales y Ambientales. En el mismo pretende insinuar cuál será su filosofía
en la administración de dicho departamento y de la necesidad de armonizar el “desarrollo”
con la “conservación”. Su breve escrito se
compone de una compilación de opiniones y frases genéricas que hemos escuchado
en labios tanto de ambientalistas como de desarrolladores y hasta de políticos en
campaña. Culmina su ya breve escrito resumiendolo con una analogía entre “elegir
entre desarrollo y conservación” y “elegir entre comer y respirar”.
Empecemos por analizar el título
del escrito. Un dilema implica que hay
varias alternativas a escoger. Empecemos
por decir que el ser humano no puede elegir respirar. La respiración es un movimiento reflejo del
cuerpo humano que se puede aprender a controlar pero bajo ningún concepto
detener. Además, en términos generales
la acción de respirar no compite con la de comer, excepto en la circunstancia
descrita previamente. En vista de que
una de las alternativas no es tal, no existe un dilema y el título es
inapropiado.
Sin embargo, cuando estamos comiendo sí tenemos un dilema entre tragar o respirar porque tenemos una válvula en la garganta que bloquea la tráquea (tubo por donde llega el aire a los pulmones) y deja abierto el esófago (tubo por donde bajan los alimentos hasta el estómago). En este caso si se fuerza respirar y tragar puede entrar alimento hacia los pulmones y causar asfixia. Ciertamente este si es un dilema muy serio. El escrito de la designada ciertamente es confuso a sobre que circunstancia se refiere.
Pasemos a discutir el contenido del
escrito. Como dije antes, básicamente se
compone de frases estereotipadas que hemos escuchado anteriormente. Sin embargo, lo que si me preocupa es su visión
de lo que es desarrollo al usar como ejemplo la construcción de carreteras e
infraestructura y de que como ejemplo de cómo se va a aprobar ese “desarrollo”
utiliza las Escuelas del Siglo XXI”. Me
pregunto: ¿hacen falta más carreteras en PR?
¿Existen los fondos o el financiamiento para estos proyectos? Si una agencia fue explotada por los pasados
gobiernos, sobre todo el de Fortuño, fue la Autoridad de Carreteras que está prácticamente
insolvente. Asumiendo que se busque una
APP, ¿qué carretera se va a hacer, para llegar a dónde? Sobre la infraestructura, aplica la misma limitación
financiera. La inversión más urgente sería
la de plantas de generación eléctrica y ese tipo de proyectos tiene un interés público
tan grande que cualquier objeción ambiental resulta de menor prioridad. Si cuando se construyeron las actuales
plantas de la AEE hubiera existido el DRNA seguramente todavía estaríamos esperando
por su contestación, aunque ya hubieran estado construidas. Si incluimos la construcción de edificios, me
pregunto: ¿acaso en las vistas de transición el Director de la Administración
de Edificios Públicos no dijo que tenían espacio vacío por el cual se paga
aunque las agencias no lo ocupan? ¿Acaso
la política pública no es reducir el tamaño del Gobierno? Entonces ¿qué
edificios piensa la designada Secretaria que se van a construir?
Analicemos lo del dilema entre “desarrollo
y conservación”. Si por desarrollo
hablamos de proyectos para el bienestar del Pueblo para reemplazar la infraestructura
obsoleta de agua y energía no tenemos muchas alternativas de ubicación donde no
se afecten significativamente los recursos naturales. Ahora, si por desarrollo nos referimos a
establecer un proceso expreso para que los “amigos del alma” con acceso al
poder logren los permisos para proyectos individuales que a quien benefician básicamente
es a ellos ahí sí está el dilema. Porque
esos desarrolladores quieren hacer proyectos en sus terrenos, se pueda o no, no
importa la clasificación de los suelos, la presencia de hábitat críticos,
etc. En estos casos puede ser que exista
un terreno cercano, que no es de su propiedad, donde si pudiera ubicar el
proyecto, o el DRNA ofrezca la alternativa de reducir la magnitud del proyecto
en su propio predio, pero los desarrolladores no van ni a comprar el predio
cercano y van a alegar que para que el proyecto sea viable se requiere la
totalidad del terreno. ¿Cómo armonizará
la Secretaria estos casos?
La designada secretaria, con “experiencia
en la agencia y conocimiento ambiental” bien debería saber que los permisos que
el DRNA otorga que pudieran estar relacionados a proyectos de desarrollo son
unos misceláneos y accesorios que no son necesarios en la fase de planificación
y aprobación de los proyectos en agencias como la JP, la JCA y OGPe. Cuando el desarrollador llega al DRNA ya
tiene por lo menos una consulta de ubicación aprobada (si la necesitara) o un
permiso de construcción aprobado. El
marco reglamentario ya está establecido en el Plan de Uso de Terrenos, el Plan
de la Zona Kárstica y otros documentos similares cuyas disposiciones no son
discrecionales de aplicar para los técnicos que evalúan los casos, quedará de
ella hacer caso o ignorar los comentarios de su personal técnico y científico.
Como muchos de los designados, me
imagino que ella aportó a la plataforma ambiental del Plan para Puerto Rico que
tanto cita el PNP. Cuando se cuestionó
su experiencia ambiental ésta planteo que estuvo un año como Subsecretaria y
que por lo tanto conocía la agencia, además, indico que tiene muchos créditos en
planificación ambiental, estudios que no completó porque los interrumpió cuando
fue nombrada Subsecretaria. Sin embargo,
cuando se le pregunta su opinión sobre asuntos de amplia difusión como la problemática
de las cenizas plantea que necesita llegar al DRNA para tener el detalle de lo
que se está discutiendo en la agencia.
Lo cierto es que este primer
escrito es uno hueco e insustancial cuyo verdadero dilema es: hablar claro o confundir. Esperemos que la
Secretaria no se vea en el dilema de hacer
cumplir su reglamentación o favorecer a un desarrollador, esto provocaría
una simbólica asfixia analoga a forzar el alimento hacia la tráquea. Esta asfixia podría provocar la literal
muerte de la poca confianza que el Pueblo todavía pueda tener en sus
instituciones.
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