martes, 23 de febrero de 2021

El bastardo, la esclava y el violador

 

Erase una vez una pequeña niña que vivía con su madre en un pequeño poblado.  Su madre la maltrataba y la trataba prácticamente como su sirvienta.  Un día, llego un ejercito invasor y arrasó con el pueblo.  El coronel del ejército, al ver a la niña decidió tomarla como una esclava mas de su casa.  Al principio, la educó y alimentó tratando de hacerla olvidar su origen y moldeándola a la cultura de su nuevo “hogar”.  Pasaron varios años y la niña se convirtió en una atractiva mujer y decidió hacerla suya a la fuerza porque notaba que a pesar de tratarla bien ella rehuía de él cuándo lo veía.

Una noche envió a uno de sus soldados a que trajeran a la joven a su aposento y la violó.  De esa relación nació un varón y el coronel le prohibió a la joven que le dijera que él era su verdadero padre.  El niño creció y cuando preguntaba por su padre su madre le decía que su padre era un hombre muy importante y respetado y que viajaba por el mundo combatiendo las injusticias y conquistando riquezas para su pueblo para poder vivir con las comodidades que ellos disfrutaban.  Durante años le contó la miseria en la que ella vivió con su madre antes de llegar a su nuevo hogar.  El niño soñaba con el momento en que pudiera tener de frente a su padre y decirle lo orgulloso que se sentía de ser su hijo y que algún día quería ser como él.

Cada vez que oía rumores de que el ejército regresaba victorioso a la ciudad le pedía a su madre que lo llevara para buscar a su padre.  Ella le decía que su padre estaba muy ocupado y que si él no había enviado por ellos era mejor esperar porque él tenia muchas asuntos importantes que atender y no quería que se fuera a molestar con ellos.  Así pasaron los años, los regresos, las partidas y las esperas.  Hasta que el niño se transformó en un joven al que su madre ya no podía controlar para impedir que fuera al encuentro de su padre.

Un día escuchó del regreso del ejercito y a escondidas de su madre logró acercarse a la ciudad.  Allí vio a otros jóvenes que esperaban ansiosos el regreso de sus padres que también habían partido a la guerra y se les acercó.  Al notar su presencia y su ansiedad le preguntaron que hacia el esperando la parada de los soldados.  El orgulloso les dijo que esperaba a su padre que era uno de los lideres del ejercito y era muy respetado y él había esperado por años ese momento.  Uno de los jóvenes, que lo conocía como el hijo de una de las esclavas del coronel y que también conocía de la fama de la relación del coronel con sus esclavas, le dice que su padre no estaba casado con su madre, que él era un bastardo y que su padre jamás lo reconocería como parte de su familia.

Desilusionado, regresó a la casa y no le dijo nada a su madre, aunque desde entonces le guardó mucho rencor.  Poco después, preguntando a otros esclavas le confirmaron que su padre era el coronel pero que el jamás lo admitiría como parte de su familia, que se conformara con la vida que vivía porque le podría ir peor, como les iba a otros esclavos de otras casas.

Cuando la madre se entera de que su hijo ha sabido la verdad sobre su condición de bastardo y que se había dado cuenta de las mentiras que le había contado para evitarle el sufrimiento de sentirse rechazado por su propio padre le dice: “hijo perdóname, la verdad es que yo fui traída aquí a la fuerza por el coronel y el me violó, ilusamente yo le reclamé que se casara conmigo cuando supe que iba a traerte al mundo, pero él se negó”.

A ésto, el joven que aun sentía una inmensa admiración por su padre porque pudo confirmar que en realidad era muy importante le contestó: “no lo culpo por no haberse casado contigo, ¿quién puede pensar casarse con una esclava?”

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