Si piensan que el titulo de este
escrito tiene que ver con la reciente producción televisa de la novela de
Enrique Laguerre tienen toda la razón.
Cuando me entere de que la iban a transmitir por el Canal 6 me entro un
sentimiento de nostalgia de cuando su lectura era obligada en la escuela. Confiese que no recuerdo si la leí, pero
seguramente tuve que haberla leído. El
aspecto que más me llamo la atención fue la participación de Efraín López Neris
como el “viejo socialista”. Uno de los más
grandes artistas en todas sus manifestaciones histriónicas. Mucho tienen que aprender de él los pseudo cómicos
de esta era que más allá de vulgaridades y degeneraciones sexuales no ofrecen
nada más. Pero la crítica artística no
es el propósito de este escrito.
El título de la novela es uno
literal que representa la llamarada de la demanda de igualdad y justicia que
quemaba los corazones de los puertorriqueños en la época en que las
corporaciones americanas convirtieron a PR en un gran cañaveral y los obreros
eran meros accesorios de las centrales azucareras, reemplazables y desechables. Sin embargo, luego de ver la película me doy
cuenta de que no era solo una llamarada sino dos las que se presentan en la
obra. Después de todo, esta novela pretende
presentar el cuadro de pobreza y miseria que prevalecía en PR en la era pre-ELA
(la escribió en 1935). He aquí la
“segunda llamarada” que se esconde en la novela. La “llamarada colonial” del puertorriqueño de
identificarse con una cultura extranjera que lo hiciera sentirse superior y lo
ayudara a olvidar ese pasado de miseria.
¿Dónde vemos esa “segunda
llamarada” en la obra original? Pues la vemos en la relación del protagonista
con sus dos mujeres: la criolla Delmira y la francesa Josephine, su querida
Pepiña. Aunque coquetea con ambas desde
que las conoce, lo cierto es que sus sentimientos se inclinan hacia la hacendada
extranjera. Su personalidad libertina
(para la época), su actitud despreocupada, su lenguaje exótico (aunque
inentendible para el) lo atraen por encima de la belleza, el cariño y la
dedicación con que Delmira lo trata para hacerle más pasable su existencia
luego de sus jornadas de trabajo en los cañaverales. Vemos como al final de la novela, y contrario
al típico héroe literario que vive una vida privilegiada a costa del sufrimiento
de sus iguales que se redime luchando, y en algunos casos convertirse en
mártir, por la igualdad y justicia para sus hermanos explotados, el
protagonista rechaza el amor de la mujer criolla (alias Puerto Rico) y le pide
matrimonio a la extranjera (EEUU). Esto
de por si no es tan malo, sin embargo, en lugar de unir sus esfuerzos y
creencias liberales para luchar por la justicia social, la proposición del
protagonista es a “irse lejos de aquí, una vida totalmente nueva y diferente.”
Esta relación entre estos tres
personajes guarda un paralelismo con la relación de los puertorriqueños con los
americanos desde que un 25 de julio se estableció una nueva relación de
“respeto” entre ambas naciones. Desde ese momento empezaron los famosos “amigos
de PR” en la política americana, el más famoso de todos el “santísimo” John F.
Kennedy al que vendían como pana fuerte de nuestro paladín Muñoz Marín. Mirando a lo lejos, tal vez la fama de
bohemio (por decir lo menos) de Muñoz fue lo más que lo unió a Kennedy quien
siendo Presidente no escondía la relación “especial” que sostenía con Marilyn
Monroe.
Esa relación de “amistad” entre
políticos de allá y de acá fue evolucionando y vimos como un país con un
movimiento independentista fuerte se fue convirtiendo en un país asimilista
donde todo lo americano es de admirar (su idioma, sus artistas, sus atletas,
sus políticos, etc.) al grado que un gran número de puertorriqueños buscan parecerse
lo más posible a ellos y mucho de verdad se creen que son sus iguales (aclaro
que ser sus iguales no significa necesariamente ser mejor que los que aceptamos
que somos puertorriqueños). Esa segunda
llamarada que se insinúa en la novela es que la que prevalece en este grupo
actualmente y que vemos de manifiestos en actividades como las pasadas “primarias
presidenciales” donde los políticos de PR se codean (aunque después les den de
codo) con los líderes de la política de los EEUU.
La otra llamarada, la de la lucha
contra la injusticia y la desigualdad social aún permanece. Ya vemos la actitud del nuevo Presidente del
PPD que manifiesta que es necesario resolver la economía antes que el estatus y
está dispuesto a colaborar con la Junta de Control Fiscal. Para la época en que se desarrolla la novela
la miseria y la pobreza eran de tal magnitud que luchas por asuntos tan “nimios”
como el estatus de PR no era importantes, la lucha obrera era prioridad. Esas fueron las circunstancias que
propiciaron el surgimiento del PPD y su líder Muñoz. Su apuesta fue a brindarle pan, tierra y “libertad”
(presumo que se refiera de la miseria) al jibaro aunque en realidad el Pueblo
de PR seguía siendo esclavo en su propio país.
Ahora vemos el resultado de dicha apuesta, y el “nuevo” PPD asume
nuevamente la misma actitud apostando al desarrollo económico antes que a la solución
del estatus.
Como verán, el Pueblo de PR
enfrenta las dos llamaradas: (1) la de la identidad nacional que nos divide
entre los puertorriqueños orgullosos de serlo y los que pretenden ser otra cosa
y (2) la de la lucha social por mejorar nuestra calidad de vida como individuos
que pretende relegar a un segundo plano nuestra dignidad como Pueblo.
Para que vean que La Llamarada
sigue vigente hare una analogía de los personajes y circunstancias de la novela
con la época actual:
La Llamarada
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Actualmente
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El protagonista, un joven recién graduado del
Colegio de Mayagüez con nuevos conocimientos y la intención y convencimiento
de que los obreros merecen ser tratados de manera “humana”
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Un joven graduado de la UPI, de Administración de
Empresas, posiblemente participo de las huelgas estudiantiles que demandaban
justicia para los estudiantes y que tienen la intención de aportar al
bienestar de los empleados y de la sociedad en general.
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PR era un gran cañaveral de las corporaciones
americanas, no habían muchas opciones de empleo para los jibaros,
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PR es un gran “shopping center” y meca de las
mega tiendas como Wal-Mart.
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El joven enfrenta la realidad de que para poder
mantener su puesto y sus oportunidades de progreso tiene que renunciar a sus
creencias de justicia social.
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El joven llega a esta mega tienda y, en el mejor
de los casos, llega a gerente. Se da
cuenta que para mantener su trabajo tiene que internalizar las políticas gerenciales
de la compañía y mantener a los empleados para los cuales pedía justicia
cuando era estudiante, bajo condiciones de empleo temporero, sin garantías y
sin beneficios marginales.
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Los jibaros analfabetos, ante la falta de
oportunidades se veían obligados a aceptar las condiciones de trabajo de los cañaverales
o marcharse fuera de su país.
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Los jóvenes (y los no tan jóvenes) profesionales
y educados, ante la escasez de empleos se ven (en el mejor de los casos) en
la necesidad de aceptar empleos para los cuales están sobre cualificados o de
emigrar a los EEUU buscando las oportunidades que no tienen aquí.
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¿Cuál fue el logro del ELA? ¿Acaso no nos encontramos en las mismas
condiciones que dieron paso a su creación?
Mientras las dos llamaradas que nos consumen y dividen no sean aplacadas
continuaremos en este ir y venir sobre el cual no tenemos ningún control. No es de extrañar que esta novela fuera
lectura obligada en las escuelas. Prácticamente
fue usada como elemento de adoctrinamiento para las generaciones post-ELA para
que apreciáramos el “progreso” que habíamos alcanzado. Cabe mencionar que, inclusive, fue
publicada por Luis Muñoz Marín en su periódico,
siendo la única novela que se le haya ofrecido al pueblo de esa manera. Claro, eso fue en la época en que Muñoz era más
de izquierda y de tendencias independentistas.
Una vez evoluciono hacia la derecha igualmente la uso, pero para
justificar la americanización de PR.
Excelente
ResponderEliminarGracias por tan extraordinaria comparación. La Llamarada aún permanece. Esto me recuerda la columna q leí ayer sobre Los Impuertorriqueños
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